(J.) Sólo empecé a ser consciente de que me casaba a partir del momento en el que vi llegar a Sergio, Jéssica y David por las inmediaciones del Hotel Botánico del Puerto de la Cruz; hasta ese momento almorzaba tranquilamente con mi padre en uno de los restaurantes frente al hotel, mientras esperaba por mi madre, mi hermana, mi cuñado y mis sobrinos.
Cuando asumí que todo empezaba, subimos a la habitación, donde hacía un calor insoportable, así y todo, me hicieron vestir dos horas antes de empezar la boda y fueron capaces de inmortalizar aquel momento como si no hiciera nada de calor, mientras mi madre me ayudaba con la ropa, mi padre con los gemelos y mi hermana y mi cuñado intentaban que los revoltosos de mis sobrinos colaboraran, e incluso me ayudaran de una forma cómplice a completar todos los detalles.
Cuando consideraron que ya tenían fotos suficientes se despidieron rumbo a la Finca Saroga, ahora llamada finca Sulula, donde sabía perfectamente, tal y como les dije, que Omar estaría desesperado y nervioso.
(O.) Así fue, yo, al contrario que Javi, si tenía muy presente desde hacía semanas que nos casábamos. En las horas previas a la llegada del gran momento y mientras los trabajadores de La Sillita de Canarias dejaban todo como habíamos soñado, gracias a la profesionalidad y sensibilidad de Natalia, perdí la cuenta de las vueltas que di en el patio de la Finca con la intención de relajarme, aunque todo fue en vano.
Mi familia, que habían venido desde Lanzarote y estaba disfrutando desde el viernes en la finca, perfectamente acondicionada por Susana, intentaba calmarme sin mucho éxito. La llegada de la mayoría de invitados hizo que alcanzara el máximo del nerviosismo, como se puede apreciar en algunas fotos previas al comienzo de la ceremonia.
(J.) Mientras, yo intentaba cuadrar que la guagua que venía de Fasnia con parte de mi familia llegara a tiempo, a pesar de todos los inconvenientes que habían tenido; lo que hizo me retrasara en lo que al horario de comienzo se refería e hiciera esperar a Omar algo más de lo deseado y lo que definitivamente hizo que me pusiera nervioso durante el recorrido que mi padre hizo a 50 km/hora desde el hotel para ganar tiempo mientras la guagua llegaba. Y finalmente llegamos a la finca, que me encontré llena de gente, de caras conocidas, que sólo estaban allí por nosotros. Ver a mi madre y mi padre subir del brazo delante de mi hermana y de mí, también del brazo, hizo que se me pusieran los pelos de punta, que alcanzaron el culmen, justo en el momento en el que mi padre me entrega a mi madre, la madrina que junto con mi hermana, de la mano y mis sobrinos revoloteando por ahí, encaramos el pasillo donde estaba Omar, minuciosamente combinado conmigo, gracias a la profesionalidad de Susana de Bounty, que de forma impecable, nos vistió sin desvelar ni un solo detalle del uno al otro.
(O.) Después de la ceremonia todo pasó a una velocidad asombrosa, casi sin darnos cuenta. Por primera vez teníamos a todas las personas que queremos reunidas en un mismo sitio, con el mejor ambiente posible, familiares y amistades con ganas infinitas de pasarlo bien. Sin su actitud festiva y el trabajo bien hecho de Ivo y +Música no hubiera sido posible vivir la mejor de las bodas que habíamos imaginado nunca.
(O&J) Ahora nos quedan los recuerdos grabados a fuego en la memoria y el gran reportaje fotográfico que nos ha hecho este EQUIPAZO que junto a las anécdotas con Sergio en la preboda y su pacto con Omar para que Javi fuera cariñoso o el allanamiento de morada en las salinas de Lanzarote junto a Jéssica, han hecho que les hagamos un hueco importante en los recuerdos de nuestra boda. Pasarán los años y seguiremos viendo con muchísima alegría, pero también con mucha nostalgia y alguna lágrima que otra, las imágenes de nuestra boda, de nuestra GRAN BODA.
Javi & Omar
